En la panadería.

Sí, como lees. Acabo de salir de la panadería hace apenas media hora. Y es que hoy me he liado la manta a la cabeza y he comprado levadura fresca y un preparado panificable sin gluten. Lo cierto es que siempre es una aventura hacer pan, porque mis harinas son muy complicadas de manipular. De hecho, he tenido que hacer dos hornadas (una no cabían todos los panecillos que he preparado), y cuando he querido poner la segunda en la bandeja del horno se habían pegado de tal manera a la bandeja en que los había puesto para que fermentase la masa que se han despanzurrado un poquillo. El problema es que la masa no queda tan ligada como la que se hace con harina de trigo, así que hay que saltarse el paso de fermentar y volver a amasar; lo que se hace con mis harinas es formar directamente y dejar fermentar con la masa ya formada en los panecillos que quieras cocer.

Esta vez le he añadido a la masa una pizca de nuez moscada y de orégano, y el resultado ha sido buenísimo. Lástima que mi cámara la tiene una amiga y no he podido hacer fotillos para que veas la buena pinta que tiene. El sabor no es muy allá, pero para eso están las especias, para romper un poco el sabor raro de estas harinas.

Como ya te dije en otra ocasión, soy celiaca, diagnosticada hace poco más de un año, y como el pan que puedo comprar no me gusta cómo sabe, y es espectacularmente caro, he empezado a buscarme la vida y estoy experimentando con recetas de pan y de repostería. Para la repostería suelo optar por hacer mezclas de varias harinas, pero para el pan venden unos preparados panificables que están bastante decentes. Eso sí, sólo miré los ingredientes la primera vez; cuando empecé a ver lo que llevaban no terminé siquiera de leer la lista. Puajjjjj.

Bueno, a lo que iba; el pan está buenísimo, y no te imaginas lo bueno que sabe poder untar la salsa de un pollo a la cerveza, o rebañar el plato de la musaka con un cacho de pan! Sobre todo cuando el pan que he comido de un año a esta parte se reduce a la mínima minimísima expresión.

Y ya está; hoy sólo he querido compartir contigo el orgullo que he sentido cuando he sacado del horno el pan, he abierto uno de los panecillos y he visto que tenía miga blandita y todo! Así pues sólo me queda despedirme y darte las gracias si has llegado hasta aquí.

Abrazos pretos y besicos a puñaos.

"El pan llora cuando el perezoso se lo come" (Proverbio lituano)

Significado: Se refiere a lo laborioso que resultaba producir pan,
desde la siembra hasta la cocción.

Espero que mi pan no llore, porque lo he hecho con todo el cariño del mundo. Tanto, que mañana llevaré un par de panecillos a casa de mis padres, para que hagan las críticas pertinentes.