sábado, 22 de diciembre de 2012
Uno de los mejores días de mi vida.
Hoy me pongo, una vez más, a intentar traducir en palabras muchas emociones (in)contenidas.
Como ya sabes, el día 16 de junio, hace ya más de 6 meses, Chabi y yo nos casamos. Aquel fue un día que culminó varios meses de preparativos, de nervios, de risas, de discusiones.... y fue un día perfecto. A ver si soy capaz de plasmarlo aquí, aunque ya te adelante que lo más probable es que no lo consiga. Lo he intentado varios días a lo largo de estos meses y ya ves que no he podido....
Ese día dormí en casa de mis padres; la verdad es que fue por pura logística ya que en nuestra casa iba a dormir la familia de Chabi y yo tenía la peluquería al lado de casa de mis padres, lo mismo que el vestido. El caso es que me levanté después de una noche larga, muy larga en la que dormí lo que pude.... y como pude; como comprenderás los nervios no me lo pusieron fácil. Me levanté temprano para ir a la pelu a pasar por el taller de "chapa y pintura" y al llegar a casa ya me estaban esperando mi tía y madrina (vino porque le hacía mucha ilusión compartir con nosotros este momento) y una pareja de buenos amigos que iban a hacerme unas fotos para el recuerdo. Vamos, ¡nervios por todos lados!
Me vestí, me hicieron las fotos y salimos hacia la iglesia. Conforme pasaban las horas me iba poniendo más y más nerviosa. Y sin embargo, cuando vi aparecer a Chabi por la esquina de la iglesia yéndome a buscar, solo pude pensar en lo guapo que estaba y en cuánto le quería.
Entramos en la iglesia mientras el Cotolengo cantaba una de mis canciones favoritas (el Ave Vera) y al empezar a hablar nuestro cura me di cuenta de que no era la boda de un conocido.... que era yo la que estaba allí delante y era Chabi el que estaba a mi izquierda. De repente caí en la cuenta de que hasta entonces había vivido todo como si lo estuviese viendo desde fuera, como si fuese un "simple" espectador en vez de la la coprotagonista de la historia. Y ahí fue cuando los nervios desaparecieron por completo.
O casi por completo, debería decir, porque hubo varios momentos en la ceremonia en que no pude evitar ponerme a llorar. De hecho cuando tenía que leer mis votos, cuando tuve que ponerle la alianza a Chabi y en un par de ocasiones más, tuve que parar y respirar hondo porque no podía ni hablar de pura emoción. Claro, que tampoco ayudaba mucho oír a la gente llorar por detrás de nosotros y es que hubo un par de momento muy emotivos en la ceremonia.... no fuimos conscientes de ello hasta que nos lo han ido diciendo las personas que nos acompañaron ese día.
Después de la boda, las fotos, las fotos, las fotos.... acudimos al Restaurante donde íbamos a comer con nuestra familia (la que te toca al nacer y la que eliges conforme creces) y allí fue donde se dio el rato de más emoción de todo el día. Yo sabía que Chabi estaba preparando algo para el día B, pero no tenía ni idea de qué era. Y justo antes de comer se descubrió todo: había preparado un libro con un relato sobre su propia vida y varios poemas (unos elegidos por él y otros por mí, de entre mis favoritos). Leyó el relato que había escrito; sé que le debió costar mucho escribirlo, son sentimientos demasiado íntimos, muy duros, pero consiguió plasmarse a si mismo en el papel.... Como comprenderás volví a llorar, pero esta vez no fui la única porque de hecho creo que fueron muchos los que lloraron conmigo.
Aisssss.... si es que hasta cordándome me emociono....
La comida fue estupenda. Escogimos el restaurante la Rinconada de Lorenzo por varios motivos:
1.- Están muy concienciados y formados en lo que respecta a la celiaquía, por lo que iba a comer tranquilísima.
2.- Tienen comida típica aragonesa y es algo importante a la hora de llenar barrigas :-D
3.- No es un sitio típico de bodas y eso se nota (y mucho) en el bolsillo.
4.- La atención es estupenda, miman el detalle hasta el punto de que, a pesar de que en principio no íbamos a tener la típica tarta de bodas, el día de la prueba nos dijeron que si la queríamos la podíamos tener. Como comprenderás dijimos que sí y el día B nos sorprendieron con una tarta de chocolate deliciosa con un helado de ron con pasas que está.... mmmmmmmmm.... (por cierto, casero del todo). Hasta pusieron los típicos muñequitos de boda, monísimos ellos).
5.- Es un sitio bastante céntrico y sobre todo (y fundamental) muy bien comunicado con autobuses y con tranvía desde la iglesia en la que nos casamos.
Te cuento rápidamente el menú, que estaba riquísimo sin ser nada sofisticado: en los entrantes hubo varias cosas, a cuál más rica; el plato principal fue un ternasco asado buenísimo y para postre, la tarta que te he dicho.
Fotos no hay ninguna porque no caí en la cuenta de ello pero créeme si te digo que merece la pena ir un día a comer allí; no te defraudará ni la atención ni la relación calidad-cantidad-precio.
Antes de la boda hubo muchas personas que nos dijeron que no íbamos a enterarnos de nada por los nervios, que iba a ser todo un ajetreo.... y para nada fue así. Los dos (y lo hemos hablado más de una vez) estuvimos relajadísimos, disfrutamos de todos y cada uno de los momentos del día, nos reímos, lloramos de emoción, estuvimos acompañados de toda la gente que más queremos y que nos quiere y sorbe todo hubo mucho cariño en todo momento. Vamos, un día que dudo que se me olvide nunca, por muchos años que pasen y muchas emociones que haya después y las ha habido (pero eso da para otra entrada). Al recuerdo nos ayudarán muchos detalles, así como los álbumes de fotos que hemos hecho, uno de la boda y dos más del viaje de novios.
Para terminar te dejo un texto que se leyó unos meses después en la boda de mi hermana mayor y mi cuñado. Me gustó tanto que se lo pedí. Aquí queda, disfrútalo.
Habla la vela de vuestra boda.
Dejad que arda una vela el día de vuestra boda.
Es un símbolo que alumbra y acompaña.
Después de pasados algunos años debe recordaros lo que hoy os habéis prometido.
La vela del día de vuestra boda os susurra al oído:
"Lo he visto. Mi llama estaba presente cuando os cogisteis las manos y regalasteis vuestro corazón.
Soy algo mas que una simple vela. Soy un testigo mudo en la casa de vuestro amor y continuaré viviendo en vuestro hogar.
En los días en que brille el sol no necesitareis encenderme.
Pero cuando sintáis una gran alegría, cuando un niño esté en camino o cualquier otra bella estrella brille en el horizonte de vuestras vidas, encendedme.
Encendedme cuando anochezca, cuando irrumpa en vosotros una tormenta, cuando surja la primera pelea.
Encendedme cuando haya que dar el primer paso y no sepáis cómo; cuando sea necesaria una explicación y no encontréis las palabras; cuando queráis abrazaros y los brazos estén paralizados, encendedme.
Mi luz será para vosotros un signo claro. Habla su propio idioma, el idioma que todos entendemos.
Soy la vela del día de vuestra boda.
Dejadme arder mientras sea necesario, hasta que los dos unidos mejilla con mejilla, podáis apagarme.
Entonces os diré agradecida: Hasta la próxima vez".
Abrazos pretos y besicos a puñaos.
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